Voy a la cocina, y recuerdo las veces en que cocinábamos juntos y se nos quemaba la comida. Sonrío por nostalgia y también recuerdo que no importaba, porque lo que me gustaba, era que cocinaba contigo.
Es increíble mirar todo lo que una vez fue nuestro, y que ahora debería decir que es mío. Pero no me gusta decir que es mío, porque lo que siento me impulsa a no querer nada para mí que no sea para ti también.
Y es que ahora me acuesto cada día más tarde, y en mi ventana siempre anochece más temprano. Ya no sueño con nada, y despierto con pereza de sobra. La vida no funciona como antes, y mis días ya no son lo que eran.
Dejé de fumar, y no he querido tocar ni una sola botella de whisky porque siempre me llega a la cabeza el recuerdo de haberte dicho que no volvería a beber. Mis amigos dicen «Pero ella ya no está», y yo les corrijo «en mi mente sí».
- Contingencia emocional -
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