Amé aquella piel blanca que confundí pura, abierta, retadora y disponible,
con una hoja de papel en una noche de insomnio.
Amé aquella piel blanca porque en ella depositaba poesía, versos, rimas y en ocasiones,
desordenadas y jadeantes prosas que despedían sílabas a gritos, átonas... atónitas.
Amé aquella piel blanca que yo juré era poesía, pero terco olvidé,
que la poesía la vivíamos y que el poeta, soy yo...
- Sucio -
No hay comentarios:
Publicar un comentario