Cuando nos decidimos a ver que nos encontramos de verdad,
vamos haciendo al principio snorkeling y explorando debajo de la superficie y luego terminamos en buceo profundo.
Nadar al centro de tu ser, a tu interior.
Ahí vas a encontrar cosas de tu pasado cercano y así poco a poco a tu pasado lejano y vas a encontrar una gruesa cuerda que te sirve para no perder el bote desde el que te lanzaste, pero conforme vamos profundizando vamos encontrando que esa gruesa y firme cuerda se va adelgazando hasta convertirse en un delgado y frágil hilo que esta atado al centro.
Es intimidante y a veces es aterrador ver esa fragilidad que me tiene atado a mi centro, esa tenue linea que me conecta lo que fui, con lo que soy.
Pero si prestamos atención, ese delicado hilo es el que me conecta con mi herida, con esa herida que pudiera parecer intrascendente, pero es MI HERIDA.
MÍA, la que me hizo ser este YO que soy hoy.
Disfruta el camino a tu interior mientras llegas a tu herida.
Y cuando la encuentres llega al centro, dale un beso y cuídala.
Quizá sea sanable, quizá no, pero cuando la toques recuerda el Ho´oponopono:
“Lo siento. Perdóname. Te amo. Gracias”
Sigo en ello.
Y es complicado.
Hoy me encuentro mas al centro y me he encontrado tantas cuerdas enredadas, tantos nudos, tantas encrucijadas, que cuando voy mas al centro y las cuerdas se vuelven hilos, esto parece un telar, así que tejo y tejo para crear con los hilos y las heridas, la manta que me dé cobijo y me permita sanar.
He crecido, me he puesto mas viejo y he aprendido,
pero no estoy seguro de cual de todas es la que disfruto mas.
- Sucio -
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