lunes, 29 de diciembre de 2014

Fin de año.

En un par de días acabará este año 
y comenzará uno nuevo, 
el primero en que ya no te necesite. 

Conduzco el pasado con calma hasta el desguace 
y la verdad es que no sé si me alegra del todo 
saber que me ha llevado cinco años 
superar algo que entendí en cinco minutos: 
que nuestra historia era imposible 
como mirar la silueta de la lluvia. 
Pero ya ves, nunca he sido diestro en las tareas del olvido, 
nací sin saber descifrar bien la caligrafía de un adiós. 

Resulta agotador que en nuestras cabezas 
siempre tenga que ser todo para siempre, 
y es jodido entender que formo parte 
de ese ejército de hombres tristes 
del que suelo hablar en los poemas 
cuando no hablo de mí. 

Y no es hablar de una edad en que 
el sudor dictaba el horario de las sábanas 
ni de tu dulce recuerdo 
cuando me hacías el amor en la cocina. 
No es eso. No siento nostalgia de ti, 
sino nostalgia de mí, 
del chico que se atrevía 
a tener una cita a ciegas con su destino 
y volvía, quizá golpeado, pero convencido. 

Buscábamos olvidar y lo logramos. 
Aquí te dejo la herida de la victoria, 
de entender que ese olvido 
es saber que en el fondo 
no fue posible nuestra historia 
y que ahora hay que desaprender el camino 
que conduciéndome a esa ciudad llamada nosotros 
me llevó tan, tan lejos de mí.

- Marwan Abu-Tahoun Recio