domingo, 16 de octubre de 2011

Soñar...

Estaba tu ausencia marcada en ese sueño, pensé en la forma en que cada una de las historias que vivimos se fueron trenzando. Ya no había vuelta atrás, decidiste no dar mas cuerda a tu reloj y aprovechaste ese instante en que las cosas no estaban bien para detener sus manecillas. No podía culparte, no podía recriminarte, ni juzgarte ni pensaba en que la decisión no fue la correcta. Fui a encontrarte a una capilla, ahí estaba el ultimo de tus recuerdos, me intrigó tanto la idea de saber tus motivos para quedarte ahí, de ir a resguardar tu materia a ese ultimo techo sobre tu cabeza. Fue circunstancial tu descubrimiento y aterradora la noticia, ¿Como imaginar que sería él quien te encontrara cuando lo único que hacían era pelear y discutir? No podía culparte...
Ella no tomó la noticia nada bien, gritos, llantos, recriminaciones y absoluta negación.
El piso gradualmente me absorbía, me tragaba poco a poco, pensé en un momento si eso sería lo que habías sentido tu, daba igual, solo lo sabré cuando pase por el mismo camino.
Estaba sentado a la mitad de la sala, en el piso, todo me parecía absurdamente negro, absurdamente obscuro y se que prometiste que vivirías cada día intensamente y que si llegabas a este punto sería con una sonrisa en los labios. No dudo que estuvieses sonriendo, no dudo que estuvieses riendo.
Y que hable de una decisión egoísta aquel que se negó a vivir tu vida o el que te impidió aquella sonrisa, solo tu sabías el peso de tu universo y eso era quizá lo mas cansado para ti, estar tan podridamente solo en este mundo, si bien muchos estuvimos cerca, si bien muchos acompañamos tu camino, nadie podía saber lo que sucedía en tu ser cuando no existía alguien a tu alrededor, esas conversaciones con tu interior, esas desgraciadamente nadie puede compartirlas y nos recuerdan que podemos estar y acompañar, pero nunca podremos ser.

Te quiero, te amo, hasta siempre.

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