lunes, 25 de febrero de 2013

Las Palabras...


No soy Pasolini pidiendo explicaciones.
No soy Ginsberg expulsado de Cuba.
No soy un marica disfrazado de poeta.
No necesito disfraz, aquí está mi cara.



Hablo por mi diferencia.
Defiendo lo que soy y no soy tan raro.
Me apesta la injusticia
y sospecho de esta cueca democrática,
pero no me hable del proletariado
porque ser pobre y maricón es peor,
hay que ser ácido para soportarlo.
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina,
es un padre que te odia
porque al hijo se le dobla la patita,
 es tener una madre de manos tajeadas por el cloro,
envejecidas de limpieza,
acunándote de enfermo
por malas costumbres.
Por mala suerte
como la dictadura,
peor que la dictadura
porque la dictadura pasa
y viene la democracia
y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
como en el barco del general Ibáñez
donde aprendimos a nadar,
pero ninguno llegó a la costa,
por eso Valparaíso apagó sus luces rojas,
por eso las casas de caramba
le brindaron una lágrima negra
a los colizas comidos por las jaibas
ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda.
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
fuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
pajeándonos y otras cosas
en las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
que tiene la sangre fría,
y no es miedo,
el miedo se me fue pasando
de atajar cuchillos
en los sótanos sexuales donde anduve.
Y no se sienta agredido
si le hablo de estas cosas
y le miro el bulto,
no soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
y sacarlo y meterlo solamente,
hablo de ternura, compañero.
Usted no sabe
cómo cuesta encontrar el amor
en estas condiciones.
Usted no sabe
qué es cargar con esta lepra.
La gente guarda las distancias,
la gente comprende y dice:
es marica pero escribe bien,
es marica pero es buen amigo,
súper-buena-onda.
Yo no soy buena onda,
yo acepto al mundo
sin pedirle esa buena onda,
pero igual se ríen.
Tengo cicatrices de risas en la espalda.
Usted cree que pienso con el poto
y que al primer parrillazo de la CNI
lo iba a soltar todo.
No sabe que la hombría
nunca la aprendí en los cuarteles,
mi hombría me la enseñó la noche
detrás de un poste.
Esa hombría de la que usted se jacta
se la metieron en el regimiento,
un milico asesino
de esos que aún están en el poder.
Mi hombría no la recibí del partido
porque me rechazaron con risitas
muchas veces.
Mi hombría la aprendí participando
en la dura de esos años
y se rieron de mi voz amariconada
gritando: Y va a caer, y va a caer.
Y aunque usted grita como hombre
no ha conseguido que se vaya.
Mi hombría fue la mordaza,
no fue ir al estadio
y agarrarme a combos por el Colo Colo.
El fútbol es otra homosexualidad tapada
como el box, la política y el vino.
Mi hombría fue morderme las burlas,
comer rabia para no matar a todo el mundo.
Mi hombría es aceptarme diferente,
ser cobarde es mucho más duro.
Yo no pongo la otra mejilla,
pongo el culo, compañero,
y ésa es mi venganza.
Mi hombría espera paciente
que los machos se hagan viejos
porque a esta altura del partido
la izquierda tranza su culo lacio
en el parlamento.
Mi hombría fue difícil
por eso a este tren no me subo
sin saber dónde va.
Yo no voy a cambiar por el marxismo
que me rechazó tantas veces,
no necesito cambiar,
soy más subversivo que usted.
No voy a cambiar solamente
porque los pobres y los ricos,
a otro perro con ese hueso.
Tampoco porque el capitalismo es injusto,
en Nueva York los maricas se besan en la calle.
Pero esa parte se la dejo a usted
que tanto le interesa
que la revolución no se pudra del todo.
A usted le doy este mensaje,
y no es por mí,
yo estoy viejo
y su utopía es para las generaciones futuras.
Hay tantos niños que van a nacer
con una alíta rota
y yo quiero que vuelen, compañero.
Que su revolución
les dé un pedazo de cielo rojo
para que puedan volar.

- Pedro Lemebel -

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