viernes, 12 de septiembre de 2014

Una historia de hermanos.

El hermano nació primero. Y se hizo cargo de más.
El hermano cargó algunos secretos del padre. Sin querer. Y lo hizo amorosamente.
Se hizo cargo de la información de un hermano que no nació.
Y guardó ese secreto como quien guarda un tesoro, por amor a todos.

Se hizo cargo de la madre cuando hizo falta.
Cuando el padre faltaba, el hermano hacía las veces de compañero.
Por amor a ambos. Lo hizo y nunca se quejó.
Nació la hermana y vino con menos carga en su historia. Más liviana.
Ya el hermano mayor había tomado un montón.
El hermano cuidó a la hermana cuando hizo falta.
Cuando llegaron a faltar los padres, porque cada uno estaba en "lo suyo", el hermano tomó a la hermana en sus brazos y la guió lo mejor que pudo.
El hermano le enseñó a leer y a bailar.
Cuidaba que comiera bien y la premiaba con un helado.
La hermana recibía todo esto sin chistar. Y la hermana iba con menos carga.
No lo sabía e iba con menos historia.
Gracias al hermano.
El hermano siguió cargando.
Y tanto cargó, que hasta puso en juego su futuro.
Y siempre por lealtad a su familia.
En un punto de la historia, lo que cargaba el hermano se hizo pesado.
Y él comenzó a quejarse. Deseaba cargar con menos.
La hermana, sin saber, sin mayor conciencia, se alió con el hermano y trató de cargar con algo de aquel peso.
Ella, no sabía que no podía, que ya él se había hecho cargo de todo. Igualmente lo intentó.
El amor no mide los intentos.
Carga en mano, el hermano siguió con su camino.
La hermana se sintió más liviana. Ya no necesitaba ejercer ninguna alianza. No tenía que cargar con nada. Empezó a llevar su propio peso, sus propias lealtades, sus propios temas.
Resultó un viaje liviano, con sol y el camino relativamente libre.

La hermana, un día, comprendió la historia.
Y solo pudo agradecer a su hermano por ese peso que él tomó, pues gracias a ello, ella tiene más liviandad en su propia historia.
Cada cual en su camino y con su destino en mano.


- Raiza Ramírez -

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