martes, 29 de diciembre de 2015

Un reino, una montaña y tres hijos...


En algún lugar hace mucho tiempo existió un rey que había sido el total soberano de una enorme extensión de tierra. Con los años el mismo rey había descubierto que necesitaba heredar la corona a alguno de sus tres hijos y para tomar la decisión de a cuál de ellos elegir les puso un reto que necesitaban superar:

"Hijos, es necesario heredar mi corona y con ello todos los privilegios y responsabilidades que el ser rey conlleva, para poder elegir al adecuado tendrán que subir a la montaña mas escarpada y alta que tenemos en el horizonte de este reino, tienen un año de preparación para lograrlo."

Cada uno de los hijos realizó el entrenamiento que le pareció mas adecuado, fortalecer los músculos, la inteligencia, conseguir los mejores aditamentos y buscar la ruta mas adecuada.

Cabe señalar que al cabo de ese año y cuando cada uno de los hijos buscó superar el reto, ninguno de ellos logró conseguirlo y ante su padre de rodillas cada uno de ellos dijo a su padre:

- Padre, he sido derrotado por la montaña, me rendí antes de llegar a la cima y no fui capaz de alcanzar la mitad. No soy digno de portar la corona del reino.

- Padre , yo tampoco logré alcanzar la cima pero si pude pasar mas de la mitad del recorrido, he de admitir que el camino fue complicado y los retos difíciles de superar. Mi cuerpo ya no me apoyaba en el viaje y desistí de mi intento.

Ambos hijos hablaban de su intento con vergüenza y desprecio por no ser dignos de llevar la corona, sin embargo el tercer hijo mostraba otra actitud y sonriendo ante el padre y con la voz llena de esperanza y energía le dijo:

"Padre, yo no logré alcanzar la cima en este intento, sin embargo, los retos que logré sobrepasar me enseñaron mucho de la montaña, de el camino y sobretodo de mí. Se que no es mi momento de rendirme porque aprendí y ese aprendizaje me hizo ya no ser el mismo, porque yo puedo creer y aprender y entrenarme mejor, pero la montaña no me intimida, porque esa siempre será la misma..."


Este cuento me lo contó directamente Jorge Bucay
cuando le comenté que recién comenzaba el
camino a ser psicólogo y le solicité 
un consejo.

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