miércoles, 14 de mayo de 2014

Humano-Árbol...


Cada vez estoy más convencido que el humano iluminado, el que ha logrado el estado de sabiduría, tranquilidad, paz y satisfacción total de su vida, se vuelve un árbol.

Porque ha creado raíces profundas, que desde su semilla han buscado cómo nutrirse y sabe que si aprende a dejar ser a la vida, la vida traerá nutrientes hasta donde él ha extendido sus raíces, la vida trae los nutrientes, el humano puso sus raíces donde se encuentra la vida.

Porque crece, eleva sus ramas al cielo, extiende sus hojas al sol, no para ser el mas alto, no le importa su altura, ni su grandeza. El humano abre sus ramas al cielo y pone sus hojas al sol para ser libre, para tenderse a la magnificencia del sol, de la lluvia, de la noche, porque se sabe fuerte, se sabe sólido, se sabe estable.

Porque sabe que sus frutos no son para él mismo, los crea, los produce naturalmente, porque un hombre iluminado no goza de sus propios frutos, son el resultado natural de su madurez, los produce sin saber, al inicio sin darse cuenta, después solo los ve crecer, madurar y nutrir a quienes estén cerca, a quienes vinieron por ellos, a quienes supieron reconocerlos.

Porque sabe que sus semillas no son él mismo, pero sabe que son parte de él. Y ve sus semillas volar, partir encontrar su lugar a veces cerca y a su lado, a veces lejos en su horizonte. Pero siempre y sin duda, las verá crecer, ser árbol o marchitarse, sin sentirse culpable, sin sentirse orgullozo, pues fueron parte de si, pero fueron vida aparte.

Pero sobre todo, porque sabe que es eterno, que las tormentas, las sequías, el buen tiempo y el mal tiempo, podrían menguarlo o acabar con su ser, pero nunca con su vida, porque es eterno...


- Sucio -

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