jueves, 21 de octubre de 2010

Dos pasos...

Me detuve alrededor de 15 minutos observando fijamente el parpadeante cursor de la página en blanco.
Retándome desde ese abstracto mundo que tanto valoramos, podía sentir a ese absurdo cursor mirándome desafiante.

Me pregunto si, ¿Temer a algo relacionado con el cyber-mundo clasifica como paranoia?...

Al fin logre comenzar a tatuar la hoja con unas cuantas letras que inspiraron a las demás a caer libremente y con el caprichoso orden que las fui escupiendo por los dedos, podía verlas caer una tras otra con el brillo en la mirada que tienen los hombres cuando se pretenden libres, cuando hacen uso de su libertad e independencia para tomar la decisión que en su cavalidad nunca tomarían.

Y así fue como letra a letra, lentamente me alejé de este mundo, ignoré ese vacío que quema en el estomago, me fui retirando paso a paso tras cada letra. No quería mirar atrás. Quería ignorar el obscuro lugar desde el que estaba escribiendo, quería dejar pasar lo evidente de mi innecesaria presencia y la caída libre de todas las piezas de ajedrez que componen el misterioso y absurdo juego del que todos formamos parte.

Existía en mi ser la necesidad de dar dos pasos, al abismo, al frente, atrás, al futuro, al pasado, en defensa, para atacar, para ocultarme, para mostrarme, dos pasos que me separaban de el deber, el tener el poder, el querer, dos pasos que se encontraban irónicamente tan lejos e intimidantemente cerca.

dos pasos...

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