domingo, 31 de octubre de 2010

Halloween...

Y en la noche en la que ese fantasma se hacía presente en mi habitación, en mi cama, en mi piel, el miedo también me recorría con cada una de sus caricias, porque estaba en la certeza de que tras él vendrían más, que la puerta estaba abierta para que pasaran uno tras otro cada uno de aquellos fantasmas de aspecto encantador y de helado y desgarrador tacto. Fantasmas que venían envueltos en nostalgia, en tristeza, bañados en el frío polvo que se vuelven las cosas que nunca sucedieron. Fantasmas que me aterraban, que parecían conocer cada una de las cosas que me afectaron en mi vida, que llenaban de recuerdos mi temor y de temor a mis recuerdos. En la noche que permanecían. Durante esa fría noche los fantasmas regresaban uno por uno a susurrar en mis oídos y acariciar mi piel con extrañas mascaras que me resultaban familiares. Cada uno de esos fantasmas era un recuerdo que intentaba olvidar y que placenteramente deseaba llorar, deseaba temer, era un sádico pasado que disfrutaba torturarme por mi propia invocación de que así lo hiciera, ellos eran mis fantasmas y yo el monstruo que los hacía presentes, ellos atravesaban la puerta y yo me dejaba poseer, llorandoles, sufriendolo, pero con una sonrisa en el alma y en mi mano fuertemente empuñando la llave que los dejó entrar...

- Sucio -

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