miércoles, 15 de diciembre de 2010

Miercoles de quincena...

Como en alguna ocasión comenté, me encantan los miércoles de quincena.
Me parece la mejor combinación que puede haber, quizás solo superada o igualada por un sábado de cumpleaños.

Este es el ultimo miércoles de quincena de todo el año, es nostálgicamente especial, claro que no tiene sentido porque cada día es el último en su especie desde cierta perspectiva.

Mi día comenzó a las 3:45 a.m. cuando abrí los ojos después de un sueño bastante instructivo, estaba soñando que hacía algo (aún no recuerdo que cosa), que solía disfrutar mucho y de repente mientras lo hacía me daba cuenta de que no lo estaba disfrutando en absoluto, era bastante desagradable, esa emoción se convirtió en una sensación bastante desagradable en el estómago y cuando abrí los ojos y desperté... exaaaacto, ahí estaba el dolor de la gastritis para recordarme que soy un ser humano con una mucosa intestinal marica.
Intentando dormir y dando vueltas después de varios omeprazoles y todo tipo de remedios, logré desconectarme del dolor un par de horas.

Fui despertado de nuevo por una llamada telefónica solicitando mi conocimiento y mano de obra, así que con mas obligación que voluntad me bañé, me enfundé en lo primero que encontré y llegué a mi destino.
En un ardua labor logre desenredar lo que la competencia había hecho, pude enderezar el asunto y logre hacer todo lo que querían que hiciera, el primer objetivo salió a la perfección.
En el desarrollo de el segundo objetivo que era mas un capricho que una necesidad fue donde me vi sorprendido por un ataque de deshonor. No tenía la mas remota idea de lo que estaba sucediendo todo estaba bien en mi mente, revisé una y otra vez solo para darme cuenta de que algo no estaba funcionando como se supone y que ahora la cosa había pasado de ser un capricho a ser una prioridad.

Como 4 horas de pelear incesantemente, aprender bastante y revisarlo todo una y otra vez, dejé las cosas como estaban al inicio y unos 20 minutos después solucioné lo que tenía que hacer.

Salí caminando del lugar satisfecho y mas tranquilo, recordando lo acontecido, mi sueño, el dolor de mi gastritis y fumándome un cigarro para relajarme (ya se, eviten regaños). Recordé el barrio y todo lo vivido en esa zona, en esos 50 metros de banqueta, las personas, los aromas, esos deliciosos aromas que aun cierro los ojos y puedo revivir, recordando tantas cosas que sucedieron hace poco mas de un año.
 Recordé todo el camino de regreso, varias canciones me venían a la cabeza, varios momentos, tantas veces cerca de un accidente bastante severo y a la distancia doy muchas gracias que mi historia no terminara en esos momentos.

No tengo idea de porque estoy escribiendo esto, no tenía un objetivo en mente, solo quería comunicarlo.
Un abrazo a mis queridos y queridas lectores y no lectores, se les extraña.

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