lunes, 4 de marzo de 2013

Coca-cola...


Hace algún tiempo viajaba de un pueblo a otro en una pequeña combi que hacía las funciones de transporte público. Veníamos de regreso de haber hecho algunas compras, era media tarde, hacía mucho calor y el sueño comenzaba a pesar en los ojos.
Viendo por la ventana me pareció peculiar ver a un hombre que caminaba con su bicicleta a la orilla de la carretera y pedía aventón, el operador de la combi bajó la velocidad y escuchó atentamente al hombre de la bicicleta que le pedía lo llevara hasta el pueblo, el operador aceptó y en un momento viajábamos todos acompañados de un hombre visiblemente cansado, con la ropa cubierta de lodo y una coca-cola en su mano en calidad de tesoro.

Curioso el operador le preguntó al hombre que si llevaba la bicicleta a reparar, a lo que el hombre respondió que no, que la utilizaba a diario para transportarse desde su rancho hasta el pueblo para ir a trabajar. Admirado el operador preguntó a que se dedicaba y el hombre respondió que hacía ladrillos en una ladrillera, que los años comenzaban a pesarle y por eso había pedido que lo llevaran.

Como ultimo comentario el operador dijo:
- Lo bueno que ahí traes tu coca para que se te baje el calor, tomatela antes de que se caliente.

A lo que el hombre respondió sonriendo y con un hermoso brillo en los ojos:
- No, esta la llevo para la casa, es para mi esposa y mis chavitos...

Cada que me siento sumamente cansado por el trabajo, recuerdo a aquel hombre, aquella mirada y esas palabras. Hoy no me siento tan cansado...

- Sucio -


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